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  • En t rminos ideales con baja probabilidad tal como

    2018-10-30

    En términos ideales, con baja probabilidad, tal como se hizo al emprenderse la apertura universal de fronteras, cuando se ajustaron los más encontrados puntos de vista y legislaciones, ahora la tarea sería la de reformar el orden internacional para imprimir fuerza legitimadora UM171 los derechos humanos, como garantía mínima de equidad y de legitimación democrática. A escala nacional, el objetivo consistiría en asegurar a futuro que todos los grupos, clases medias y trabajadores, participen en la distribución de los beneficios económicos o reciban compensación por las dislocaciones de los reacomodos de la producción internacional. A título ilustrativo, los salarios y el empleo debieran acercarse, no alejarse, de ofrecer una vida digna a los trabajadores dentro y en las condiciones de cada país. UM171 Los trabajadores que resultasen desempleados o perjudicados por el avance ulterior del libre comercio recibirían de aquí en adelante protecciones apropiadas (Rodrik, D., 2017; Tyson, L., 2017; Colgan, J., Keohane, R., 2017). Las compensaciones podrían variar y comprender desde el fortalecimiento de las políticas de empleo y de ayuda al combate de la desocupación, hasta políticas salariales más activas, impulso a la negociación colectiva, reducción de los impuestos a la nómina y otras medidas favorables a las agrupaciones de trabajadores y clases medias.
    Acercamiento a México La Universidad Nacional Autónoma de México a través del Grupo Nuevo Curso de Desarrollo ha preparado un excelente documento sobre la situación que vive el país. Ahí se plantea la articulación de un plan de contingencia frente a los posibles cambios en las políticas norteamericanas, sea que se enderecen a la adopción de posturas proteccionistas, limiten los derechos migratorios o se traduzcan en trabas a los flujos de inversión hacia México. En ese terreno se analizan posibles cambios en el orden económico internacional, así como la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. El propósito estadounidense seguramente gira en torno a la reducción de sus desajustes comerciales. Frente a esas cuestiones, el mundo y el país están obligados a ofrecer respuestas con fines de negociación y de alivio a sus efectos adversos en economías y sociedades. Por un lado, cabe observar que la economía internacional, aparte de recuperarse lentamente de la crisis de 2008, arrastra tensiones y no escapa a thecodonts cambios que pueden resultar desfavorables por largo tiempo a nuestros países. En consecuencia, habrá que prepararse frente a ese escenario incierto, ominoso. Superar la crisis y enderezar la economía a una etapa de desarrollo menos pausado, dependerá esencialmente de la capacidad de reorganización de las fuerzas nacionales, privadas y públicas. Todo indica que del exterior se recibirán estímulos disminuidos y probablemente se deban sufragar costos inevadibles sobre todo si se imponen nuevos parámetros al orden económico internacional. Por supuesto, enmendar las estrategias básicas de desarrollo tendrá costos de adaptación sin mencionar los vinculados a la articulación de los grandes objetivos nacionales: estabilidad de precios sí, pero también crecimiento y empleo. Habría que aceptar mucho mayor liderazgo estatal y quizás asimilar ajustes transitorios de precios, aparte de la absorción de los ya asociados a las significativas devaluaciones cambiarias. Quizás habría que imprimir flexibilidad al tipo de cambio y dejar de considerarlo eje imprescindible del equilibrio económico. El manejo de la política de tasas de interés difícilmente se justificaría en el futuro por razones exclusivas de atraer ahorro foráneo de corto plazo, sin escrutinio de sus implicaciones en la inversión y las cuentas públicas. La competitividad internacional más que en salarios siempre bajos, tendría que fincarse en el fomento orgánico de la innovación, de la incorporación del progreso técnico y sobre todo del perfeccionamiento del tejido productivo interno. Por eso, al inicio de la política industrial tendrá que ser selectiva e incorporar compromisos firmes con los sectores empresariales. Al propio tiempo, podría ser necesario revisar algunos de los tratados de libre comercio y emprender negociaciones difíciles con los países donde se concentran nuestros desequilibrios comerciales (China, Alemania, Corea, Taiwán) no sólo en materia comercial, sino sobre todo de inversión equilibradora.